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La saga sombras de Grey. Comentario sobre un cuento de hadas moderno.

  • Por Mª Socorro Gómez Fidalgo
  • 23 feb, 2017

Artículo escrito por Maria Socorro Gómez Fidalgo, coordinadora, en la asociación CUPIF,  de los programas dirigidos a hombres condenados por un delito de violencia de género.

El primer libro. Anastasia es "despertada" por Grey

La heroína, Anastasia Steele se ve a sí misma como: fea, pálida, delgaducha, timorata, sin interés. Nos cuenta que no ha estado nunca enamorada y la suponemos muy poco experimentada en las relaciones con hombres (es virgen e incluso nunca ha paseado de la mano de un hombre). Con 21 años no ha explorado su sexualidad en absoluto, nos dirá también que no se masturba. Es muy buena estudiante y enseguida deducimos que es inteligente. Es seria, responsable, tenaz, no expresa sus emociones fácilmente, perfil ligeramente obsesivo y pasión por el control. Ella nos dice que es patosa para moverse, efectivamente, se cae continuamente enredándose con sus propios pies y tampoco es hábil en el deporte. No tiene mucha vida social, tiene una amiga compañera de piso y un amigo, sólo amigo (al que ella no corresponde en su interés, porque no corresponde a nadie), que la adora y que está buenísimo. No sale a ligar, nunca le ha atraído ningún hombre, no sale de juerga, no flirtea, ella solo estudia y trabaja para pagarse los estudios.

Nos habla de su familia: padrastro al que considera su padre, solitario y taciturno y madre alocada, que le preocupa por sus negocios fantasiosos, romántica empedernida con varios matrimonios a sus espaldas.

Antiheroína moderna que luego será elevada a supermujer. Cae en el amor/pasión precisamente alguien que no nos imaginábamos previamente que pudiera hacerlo por las señas que da de sí. Prácticamente idéntica a la Bella de la saga Crepúsculo y también idéntica la visión que tienen de sus “amados” e incluso sus figuras parentales, por lo que hay que pensar que responde a algún “mito moderno” y entonces no sería un plagio (aunque la coincidencia de la zona geográfica de EE.UU en la que ambas sagas se desarrollan nos deja sin posibilidad de justificación mítica). Sin embargo, el tema del maltrato (VG) aparece de forma más señalada en el caso de Grey, como analizaremos posteriormente.

Christian Grey es un joven muy guapo, muy millonario y con mucho poder. Nos aparece al principio como un tipo especial, magnético y misterioso. Dirá que le gusta controlar, ya por su posición de superempresario puede controlar a mucha gente… y alardea de ello, incluso en algún momento parece que le llega a angustiar su propio poder. Pero, por lo demás no cuenta mucho de sí mismo y nos intranquiliza rápidamente. No parece espontáneo ni de emociones sencillas. Pensativo, autotorturado (lo cual empezará a activar el arquetipo de mujer salvadora en Anastasia) por no sabemos qué al principio, dice de él mismo que no le conviene a Ana y que, de ser un caballero andante, sería el Caballero Oscuro. Nos vamos enterando qué le ha pasado a este hombre, hijo de una prostituta adicta al crack, con marcas de gran maltrato en el cuerpo, que luego fue adoptado por una familia rica y después seducido a la sumisión por una mujer mayor, amiga de la madre adoptiva, a la edad de 15 años, perfecta como “bruja”. No le agradan las manifestaciones de ternura, ni el amor, él solo “folla duro”, no se deja tocar ni acariciar.

Ella le ve como un ser divino, en primer lugar por guapo, rico y elegante perotambién por enigmático. Con gran experiencia y manejo del mundo, ella se ve insignificante a su lado. Parece atraído por ella pero enseguida le dice “aléjate de mí, no te convengo”. Ella no se cree que ese ser maravilloso pueda fijarse en ella, pero a pesar de eso, se hace ilusiones y siente por él un deseo que no había sentido por ningún hombre antes, tanto que, literalmente, se olvida de respirar cuando le ve y esa sensación a ella le parece maravillosa…

Con alarmante rapidez,  Grey nos aparece como autoritario, posesivo en el amor, celoso e incluso acosador. Ella lo ve…pero no le importa. Cuando más tarde le propone su “contrato de sumisión”, ella se lo piensa mucho, es capaz de hacer un análisis perfectamente lógico de la perversión que implica pero sigue ahí porque la tiene enganchada sexualmente (inexplicablemente, de virgen ha pasado a ninfómana, sin pasos intermedios, es decir ha sido despertada su sexualidad dormida por el príncipe, como la bella durmiente fue despertada de su sueño con un beso). Dice que nunca haría nada que no quisiera hacer…pero también siente que por él lo haría todo, todo lo que él la pidiese, porque no soporta la idea de separarse de él.

El discurso del placer sin embargo no justifica totalmente el enganche de Ana por Grey. Ella quiere amor. Sabe que él no la ama, sólo la desea para sus perversas prácticas y ella lo quiere TODO de él, ese todo es en realidad que él la ame como ella le ama a él. Se establece así un juego en el que ella se deja someter por él mientras intenta conquistar su amor. El da alguna pista de estar cambiando y no rehúye comportamientos de compromiso social, familia, amigos, y eso a ella le gusta mucho. Al mismo tiempo, vemos cómo reacciona Ana ante el sometimiento. De una sexualidad exuberante y verdaderamente increíble, el placer es la otra cadena que la ata al sometimiento. Dado que esa sexualidad se saldría de los encuadres de los roles de género tradicionales para la mujer, eso nos puede despistar: pero no estamos hablando de sexualidad femenina libre, sino dependiente de un solo hombre con el que pierde toda autonomía personal.

Poco a poco las intenciones de ella evolucionan hasta tener claro que le ama y que quiere que el la llegue a amar. Quiere conocer sus traumas infantiles y, poco a poco, irle cambiando…caramba con esta ratita presumida!!! Para ello, soporta el dolor y el miedo que las prácticas sexuales con él conllevan, con el sufrimiento que le produce la brecha existente entre el placer físico y el maltrato emocional que recibe, que luego es seguido por regalos impactantes y muy románticos. En un momento dado, ella reacciona frente a esas prácticas dolorosas que él le propone y le deja… pero él va a buscarla, mas controlador que nunca, y ella vuelve porque no soportaba estar separada de el.

En ella habitan varias: está su conciencia (que siempre le critica que se deje tratar así) y otra instancia a la que llama “la diosa que hay en mí”, que disfruta sexualmente, se siente fascinada por el atractivo de él y porque sea “suyo” y apuesta por el lujo y el disfrute de una imagen de mujer seductora, capaz y triunfadora…frente a las otras mujeres de Grey, ¡ay! ese narcisismo femenino tan primario y especular.

El segundo libro. La transformación de Grey

Al principio del segundo libro de la trilogía, la situación nos aparece distinta. La trama ha evolucionado hasta considerar las perversiones de Grey y su frialdad emocional (literalmente, ella dice que descubre que no tiene empatía) como producto de unos espantosos maltratos en la infancia, antes de ser adoptado…pobrecito. El va experimentando cambios emocionales por ella, hasta decir que la ama, lo cual es el colmo de la dicha para ella, que se dice a sí misma que después de saber que él la ama, le haga lo que le haga, ya no será capaz de dejarle. Paralela a esta “evolución” emocional de él, Ana se va adentrando, con gusto, en el masoquismo y en las prácticas sexuales, con lo cual el perverso también queda enganchado.

Elementos comunes de Grey con el maltratador: control, posesión, acoso, aislamiento, observación y juicio constante de los comportamientos de ella e imposición de castigos (maltrato psicológico y físico) si ella toma alguna decisión por sí misma. Muy peligrosa su idea de que solo le hará lo que a ella le guste, es decir, la trata mal porque a ella le gusta, camuflado mecanismo perverso que obtura su impotencia con el daño a otro. Violencia sexual explícita y bien aceptada por ella.

Elementos comunes de Anastasia con la víctima de maltrato: necesidad de ser amada por él, preocupación por cómo es él y qué le ha pasado para que sea así (un pervertido con tintes psicopáticos), creencia de que sólo él la hará sentir así, y solo él despierta su sexualidad, fantasía de que logrará cambiarle y podrá vivir su amor de cuento romántico (a eso el lo llama “amor vainilla”) activación del arquetipo de la salvadora, pérdida de su autonomía personal y aceptación de dolor por estar con él.

Anastasia sigue ganando su batalla por el amor de él, “la diosa que hay en ella” va celebrando sus victorias cuando logra alguna prueba de que él está cambiando y su “conciencia” teme los castigos que él la puede imponer si ella es poco hábil y le hace enfadar. La actitud de acoso y control de él no amaina, sabrá su situación por el móvil, leerá sus correos, controlará la ropa que se pone, fetichista encantador… cuándo se la pone y para quien se la pone, de hecho la compra él, y necesitará saber en todo momento dónde está y qué hace ella. Comprará la empresa donde ella trabaja y controlará así también su vida profesional. No soportará verla junto a otro hombre, estallará de celos si ella queda con un amigo, etc. Cuando ella desobedece alguna de las normas o límites que él le pone para su libertad o movilidad, el cabreo de él es inmenso y suele recurrir al maltrato (aislamiento, culpabilización, autovictimización) emocional pero sobre todo a los castigos físicos que las tendencias sádicas de él y las masoquistas que se nos van revelando en ella transforman en juegos sexuales que a ella le van resultando cada vez más satisfactorios.

Hay una situación equívoca en ella, que pugna por no ser controlada mientrasacepta el modo en que él la trata como parte de su “enfermedad”, de la que ella le va a curar y ante este proyecto de hombre nuevo que va a hacer, el hombre bueno y sensible que ella sabe que él lleva dentro, se sacrificará lo que haga falta y estará constante y obsesivamente pendiente de sus reacciones, analizándolas e intentándolas prever. En ese empeño, acepta su proposición de matrimonio y se casan. La familia y el psiquiatra de Grey (pena de esa posición terapeútica) están encantados con Ana, que le esta curando y ha hecho ya grandes progresos porque Grey sonríe y se deja tocar. La familia y amigos de Ana, algunos de los cuales desconfiaban del trato que recibía de Grey, quedan obnubilados ante el despliegue fálico de dinero, yates, mansiones y jets privados. Sus amigos/as se emparejan con los hermanos de él. Osea, todo estupendo.

Al mismo tiempo, las intrusiones del oscuro pasado sexual de Grey, con su Ama y sus Sumisas, nada contentas con los cambios que ven, van quedando atrás. El ya no las necesita porque Anastasia lo es TODO para él en un modelo de amor que se va configurando como una relación fusional, en la que ambos toleran muy mal la ausencia física del otro, la comunicación a través de mensajes y llamadas es continua e intrusiva en cualquier actividad que se esté realizando, los celos por parte de ambos ante cualquier hombre/mujer que se aproxime al otro se enarbolan como algo normal y prueban el inmenso amor que se tienen y la posesión del otro es el bien máximo al que se puede aspirar, repitiéndose el mensaje de tuyo/a para siempre como una letanía cansina. Otra de las peculiaridades de este concepto de amor es que ambos tienen terror a ser abandonados por el otro, estado en el que pueden entrar tras unas horas sin recibir ningún mensaje, chat, etc. de la otra parte, porque sin el otro los dos afirman carecer de identidad y motivo para vivir. Por lo tanto, la parte del –para siempre- de su letanía es para ellos esencial

El "tercero" que amenaza a la pareja y la guinda del pastel

En el tercer libro, la dinámica de la relación, en su felicidad de recién casados disfrutando de sus lujos habituales, empieza a discurrir inmersa en una trama de atentados, agresiones, secuestros, etc. que realiza una mano oscura que reconocemos rápidamente en uno de los personajes “agraviados” en el pasado por Grey que llega a atacar a su queridísima esposa y a su familia paterna. En parte, eso salva la trama de la última novela que ya se va convirtiendo en algo tan repetitivo que hace perder el interés por lo que pase, incluidos sus encuentros sexuales, que son el ingrediente principal que ha usado la autora para sostener algo que, como veremos luego, solo es sostenible haciendo algunas trampas importantes. Grey, por identificación con ese agresor, que también fue agresor sexual y al que también le gustaba “follar duro”, llega a rechazar lo que antes era su modo habitual de gozar, pero tampoco es necesaria su renuncia porque a Anastasia ha llegado a gustarle mucho. Por fín, cuando logran estar a salvo de cualquier ataque a su integridad y a la de sus familias, surge el colofón de la historia, lo que faltaba para comer perdices. De forma no premeditada, Anastasia se queda embarazada y, pese a sus miedos pensando en el rechazo de Grey, eso hace que él dé el paso final de su cambio, transformándose en un amantísimo padre, y así…colorín, colorado.

Una perversión "moderna" de los cuento de hadas

Como dice la publicidad de la película, esto es un cuento de hadas moderno. Probablemente, en el –moderno- esté el problema, en la utilización moderna (para y por el consumo) de los cuentos de hadas.

En la concepción popular del término, un cuento es una historia que se sabe sólo posible en la fantasía o en la imaginación. Pero también, en tanto contiene elementos deseables de felicidad o realización personal, conforma ideales, modelos o enseñanzas a seguir y eso es la razón de ser de los cuentos, podríamos decir su objetivo.

Sin embargo, para que sean modelos verdaderamente útiles deben ser aplicados en su sentido genuino. A través de los trabajos de C.G.Jung y su escuela, entendemos más fácilmente el sentido profundo de los cuentos. Sabemos que los personajes de los cuentos son figuras arquetípicas (según el concepto jungiano de arquetipo) presentes en cualquier mente humana (según el concepto jungiano de inconsciente colectivo ) y las relaciones entre esas figuras arquetípicas, a través de las vicisitudes de la historia, son los procesos evolutivos de esa psique. Surge, por tanto una subversión del sentido de los cuentos cuando se hace de esas figuras arquetípicas personajes “reales”, de forma que las relaciones entre ellos sirvan de modelos o ideales de comportamiento concretos, no metafóricos, para la vida de las personas.

Para entender esto, recordemos por ejemplo los personajes de las madres y las madrastras en los cuentos. No es verdad que las madres reales sean siempre buenas ni que las madrastras sean siempre malas, pero sí lo es que la mente humana tiene muchas dificultades para entender y elaborar la parte dañina y devoradora de la madre y necesita ponerla lejos de ella, en otra mujer. En la lógica jungiana, si una mujer o un hombre lograsen hacer consciente la parte negativa de la madre, que ha quedado relegada al inconsciente, esto haría evolucionar al héroe/heroína y le capacitaría para conseguir sus logros vitales.

O, adentrándonos en el cuento de la Bella y la Bestia, tan presente en las 50 Sombras de Grey (como lo estaba en la saga Crepúsculo), el hombre-Bestia (que lo es, no lo olvidemos, por haber abusado de una huérfana, en la versión antigua más conocida y que sirvió de base para las demás (Jeanne-Marie Leprince de Beaumont, 1756) lograría trascender su parte Bestia si lograse que una mujer le ame de verdad. Esto es, si logra que emerja su lado femenino (según los conceptos jungianos de animus y anima) para ponerle en contacto con sus emociones, entender el sufrimiento que causó, lograr perdonarse por ello y, claro, no volver a hacerlo nunca más. El cuento no nos dice que en la realidad funcione la estrategia de una mujer identificada a la salvadora que ponga su vida y su corazón en juego para cambiarle, porque en la realidad nadie cambia a nadie y es uno mismo el que debe realizar el proceso, si quiere o puede y el perverso no quiere. Lo que sí es verdad es que la identificación con el arquetipo de la salvadora es un anzuelo poderoso para la mujer, precisamente porque es un arquetipo.

Adentrándonos en la clínica

La historia de las 50 sombras utiliza (torpemente) arquetipos para movilizar el interés en el lector, aderezados con el esplendor fálico de la belleza, el dinero y el poder (porque naturalmente un Grey gordo, currante y pobre no interesaría a nadie) para contarnos de nuevo, cuando lo creíamos superado, el cuento de que el amor de una mujer valerosa puede cambiar a cualquier hombre dañino y esto, como sabemos, es una trampa de resultados trágicos. Porque, en la realidad, Anastasia tendría muchas más probabilidades de terminar en un hospital o en una cuneta,   con graves lesiones, desequilibrio psicológico, con todo el cuadro de una víctima de VG y enfrentada a la decisión de si aborta o no de ese embarazo, que de conseguir el milagro clínico de cambiar a un perverso/psicópata.

Y ya que hemos nombrado a la clínica, sigamos. Así que ahora hemos descubierto que cuando un ser humano es “malo”, peligroso para sí mismo y/o para los demás, lo es porque le ha pasado o no le ha pasado algo (así que no es genético, menos mal). Debería resultar obvio (pero no lo es para la autora) que eso no implica que ese ser sea “curable”. Ahí tenemos otra trampa para el consumo de la trilogía y la película, amparada en la ignorancia psicopatológica. Perversos hay, psicópatas también, pero seguramente hay muchos menos que además sean guapos, ricos y poderosos, por lo que nos tranquilizamos y desechamos de nuestro pensamiento la imagen de legiones de jovencitas buscando uno a quien salvar con su amor mientras las pasea en helicóptero hacia la puesta de sol.

Pero no todo es erróneo o tramposo en la construcción de esa historia y de esos personajes. Hay un nivel que quizás haya aparecido de forma involuntaria, con la sola determinación inconsciente, que nos habla de la falta de función paterna en el desarrollo de esas vidas “reales” a las que corresponderían los personajes.

Veamos Anastasia. Ella ha “elegido” a su padre. El hombre al que ella quiere y respeta como su padre no lo es, es la mejor opción de padrastro que le ofrecieron las elecciones amorosas de su madre, que por cierto, parece que no le enseñó nada a su hija al respecto. Con esta madre hay cierta confusión, en tanto que la descripción que de ella se hace nos remite algunas veces a una adolescente alocada e imprudente que nos hace dudar sobre quién es la madre de quién en su relación con Ana. Con todo, contiene a la niña que cuando llama a papá, papá responde, así que nos sirve.

En el caso de Grey la cosa se complica, padre biológico desconocido. Toda su sintomatología apela a esa madre que no le cuidó y no le defendió del sadismo de su chulo. En esas terribles experiencias que nos cuenta antes de los 4 años ¿hubiera podido haber algún rastro de función paterna? Solo una tardía función ejercida por la Institución, quizás. Sus referentes masculinos mejoran un poco con su padre adoptivo, que será intachable pero también bastante invisible. Vemos siempre en primera fila a la madre adoptiva, con su capacidad reparadora y vemos también el lado oscuro de lo materno encarnado en esa oportuna amiga bella y madura que ejercerá de Ama seductora con Grey, también salvadora, recordémoslo. Y nos preguntamos…cuándo Grey se cura ¿con qué modelo ejercerá de padre? ¿Serviría ese psiquiatra hombre, si supiera lo que se hace o los hipotéticos hijos de ficción quedarían también dejados al avatar de la omnipotente función materna?

Así que, sólo con nuestra aportación clínica podemos salvar algo en la historia que nos suene coherente. Como en tantos ejemplos actuales en la producción creativa de los escritores y guionistas, muchos de los caos vitales que aparecen en los personajes, reflejo sin duda de cosas que están ocurriendo en la sociedad, nos dicen una y otra vez que falla la función paterna y que, cuando esto se une a una deficiente o inexistente función materna previa, el destrozo es infinito, básico y carente de estructura subjetivamente. No debe ser casualidad el reiterado recurso actual a los cuentos de hadas, único ámbito en donde hay algo que lo arregla todo: el amor.

La película

Al terminar el comentario de los libros, llega el estreno de la película sobre el primer libro y no nos resistimos a comentarla… y compararla. Siempre es fascinante el comentario de la puesta en escena cinematográfica de algo que habíamos leído previamente. El poder imaginario, de imágenes, del cine siempre confronta el otro imaginario, el que habíamos puesto en juego con nuestra imaginación. El registro imaginario de cada sujeto es propio de él. Independientemente de lo “objetivo” y de lo subjetivo del autor que se exponga en la historia escrita, el lector se hace presente en ella leyéndola, es decir, interpretándola desde él mismo, desde su historia, desde su saber y su desconocimiento, desde su posición como sujeto, porque no tenemos otra cosa realmente propia. Permítanme que les cuente el resultado de esta confrontación de imaginarios en nuestro caso.

Lo primero que llama nuestra atención son los actores elegidos para interpretar los personajes. Nos parece que Dakota Johnson responde a nuestro imaginario de Anastasia, incluso lo supera: en el libro no nos parecía creíble su paso de chica inexperta y desinteresada totalmente por el sexo a experimentadora entusiasta de todo lo que se le ofrezca al respecto, pero esta actriz lo consigue, con una dosis exacta de morbosidad de mujer deseante versus inocencia de doncella. Logrado por tanto el efecto mítico de la “bella durmiente despertada en su sexualidad por el beso del príncipe”. Es bella y de una inocencia equívoca, pues parece que sabe más de lo que ella misma sabe que sabe sobre las artes de la seducción para, podríamos decir, meterse a Christian en el bote rápidamente. Sincera y espontánea sin dejar su timidez, expresa inteligentemente su ignorancia sobre lo que desconoce y puntualiza sin ostentación lo que sí sabe y además, nos muestra un corazón noble y sensible.

El actor que interpreta a Christian Grey, Jamie Dornan, nos sorprende porque no nos parece que tenga pinta de “malote” y capaz de todo lo que hemos leído. Es más, hasta tiene imagen de chico formal, en el fondo bueno, y no logra convencernos de que es un sádico. Wikipedia nos informa que no era la primera elección de actor para el personaje. Efectivamente, un Grey de ojos acerados nos hubiera parecido mucho más intranquilizador y mucho más difícil de “querer salvar” que este que tenemos delante que, sobre todo cuando empieza a sonreír, nos hace creerle digno de un destino mejor. Con los recursos del cine por tanto, también activado el arquetipo de mujer salvadora que logrará transformar a la Bestia en el encanto de hombre que en realidad es.

Sobre la relación que se establece entre ellos, atendamos al guión (a otros niveles muy deficiente), la película enfatiza la parte de la seducción glamurosa y el sexo, con y sin sado e incluso el romanticismo sobre la parte de control, acoso y posesión por parte de Grey, pasando de puntillas por encima. Sólo como un ejemplo entre varios, digamos que nos parece preocupante que Anastasia se ocupe más de negarse a un regalo caro, un coche o unos libros primeras ediciones, que de preguntarse cómo y para qué ha entrado él sin haber sido invitado y sin llaves en su casa, dándole un buen susto, después de suponer por un mensaje que ella está resistiéndosele, o en nombre de qué rastrea él su localización por móvil cuando ella no ha querido dársela. Este y otros datos, que serían muy preocupantes en una relación real aparecen, aunque sea tenuemente, en la película pero son vistos como algo divertido y muy romántico por el público…”soy incapaz de dejarte sola”….

Nos parece, por fin, que el personaje de Anastasia en la película da la imagen de controlar la relación que quiere tener con Grey, porque el guión nos ahorra los monólogos inseguros (y que serían angustiosos de estar bien escritos) de la heroína que aparecen en la novela sobre quién es ella misma, qué quiere y cuánto miedo pasa según va desarrollándose la relación, con los “enfados” y los métodos de dominación de Grey fuera del ámbito sexual. La película nos enfatiza el lazo erótico y, sin llegar al porno, porque no lo hubiera permitido la censura, nos muestra una imagen de Grey más sensible y considerado con su “proyecto de sumisa”, de tal manera que sus maltratos le pasan desapercibidos al espectador, que está mirando hacia otro sitio, y una Anastasia que tonta no es y que, sabiendo donde se mete, marca el ritmo de las experiencias que quiere tener, en plan “mosquita muerta”, pero lo marca.

La impresión que sacamos es que con el precedente de ventas mundiales de los libros, y el despliegue publicitario que la precedía, los productores no se podían arriesgar a no sacarle a la película todo el partido ganancial que prometía y se ha realizado una labor de guión que diluye tanto el sexo como el maltrato. De esta forma, la censura queda obsoleta y, por otra parte, parece injustificada la reacción de los colectivos de defensa de derechos de la mujer y de los profesionales que, como nosotros, llevamos años viendo los efectos de la violencia de género en sus múltiples niveles de manifestación y tratando a las víctimas y a los agresores.   El público, por su parte, parece que sólo ve mayoritariamente el cuento de hadas y/o el juego sexual sado. Esto último merece también ser pensado porque, ¿es que hasta que aparece esta trilogía, que no es una obra maestra de la literatura erótica precisamente, a nadie se le había ocurrido fantasear que estas cosas se pueden hacer y hay a quien le “ponen” mucho? Nos parece que se acaban de inventar las fantasías sado en el sexo… ¿estamos tontos?.. Pero esto será otro análisis.

En conclusión...

Por ahora, nos conformamos con reiterar nuestra preocupación de que este “producto” venda tanto porque, camuflado con el amor de cuento de hadas, con los ideales de poder, belleza y riqueza de nuestra sociedad y con cierta idea interesada del “sexo que realmente hace disfrutar a una mujer”, nos cuela una historia que conocemos, pero para nosotros es una historia trágica.

Nosotros no conocemos la historia romántica y glamurosa que termina bien. Lo que conocemos es a bastantes “Anas” que se empeñaron en cambiar a su “Grey” para que las quisiera como ellas necesitaban ser queridas… y no terminaron bien. Son “Anas” de edades muy dispares, de nivel cultural muy distinto, de situación social variada, enamoradas de sus “Greys”, que no hace falta que sean guapos, ni ricos, ni inteligentes…ni nada, porque lo que les da valor es el amor que ellas le profesan. Esas “Anas” son muy distintas entre sí, aparentemente, pero en otro espacio hablaremos de la parte común entre ellas: por qué confunden el amor que ellas necesitan con cambiar/salvar a esos “Greys”.

 Por y para esas “Anas” escribimos esto. Y al final, nos preguntamos: ¿es que la autora de la trilogía no conoce a ninguna Ana real?

Mª Socorro Gómez Fidalgo
Psicóloga. Psicoanalista

El Blog de Psicosubjetivo

Por Patricia Truchado Martínez 30 dic, 2020

Se acaba el 2020.

El año en que casi normalizamos los toques de queda. El año en que palabras como “confinamiento”, “asintomáticos” o “vacuna” se han convertido en habituales en nuestras conversaciones cotidianas. 

Se acaba el año en el que, con todo el dolor de nuestro corazón, nos  hemos separado de las personas a las que más queremos, precisamente porque las queremos.

2020 ha sido el año en que todo ha cambiado. Un año en el que la desolación anegó nuestras vidas, llenándolas de pérdida y despedidas imposibles. Una suerte de Noche Oscura del Alma en la que todas las certezas que teníamos se desvanecieron, llevándose consigo el futuro que nos habíamos prometido.

Un año que deseamos que termine ya, mirando con esperanza, pero de reojo, a un 2021 que representa una luz al final del túnel, pues ya hay vacuna. Una vacuna a la que nos aferramos como un náufrago se aferra a su tabla, en un mar embravecido más allá del cual, muy a lo lejos divisamos tierra.

Nunca fuimos tan frágiles.

2020 nos ha mostrado que no es verdad, que no es posible controlarlo todo . Que no somos tan fuertes, que somos vulnerables y dependientes los unos de los otros. Y hemos descubierto, con sorpresa, que habíamos valorado muy poco a aquellos que, jugándose la salud, han demostrado ser imprescindibles y que habíamos sobreestimado aquellas actividades que, aunque lucrativas, son enormemente superfluas.

Por Patricia Truchado Martínez 25 nov, 2017

La depresión es la principal causa de incapacidad en todo el mundo. De ahí, que gran parte del interés de los profesionales de la salud mental esté dirigida a su tratamiento.

Mucho se dice a cerca de esta grave dolencia que disminuye significativamente la calidad y la esperanza de vida de tantas personas a lo largo y ancho del planeta. En este artículo, pretendo señalar algunos aspectos que pueden contribuir a identificarla y comprender de qué se trata.

Por Patricia Truchado Martínez 25 may, 2017
"Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla"
Por Patricia Truchado Martínez 15 feb, 2017

Es una noche fría de un 10 de febrero, queda menos de una semana para San Valentín, y lamentablemente leo que otra mujer ha muerto a manos de su pareja. En ese momento, me da por pensar que últimamente parece que no pasa un día sin que lleguen noticias de una nueva víctima. A continuación, leo que un grupo de mujeres ha comenzado una acampada en la Puerta del Sol para exigir a las instituciones que pongan fin a una lacra que se ha cobrado ya casi 800 víctimas desde 2004. Dejo de leer las noticias, apago el móvil y me preparo para ver  “Figuras Ocultas”, un magnífico alegato por la igualdad entre mujeres y hombres, entre negras y blancas. Eso sí, antes vienen los trailers, que me encantan porque muchas veces una encuentra una sugerencia interesante para ir al cine la próxima semana (si tiene suerte de poder pagárselo, eso sí).

Me encuentro ya reclinada cómodamente sobre mi asiento, cuando, ¡Oh! ¡Sorpresa! ¿Cuáles son los dos estrenos estrella para estas fechas de cenitas con velas, corazones y amor romántico? Cincuenta sombras más oscuras y La Bella y la Bestia, dos historias que, bajo la deslumbrante luz de sus más que evidentes encantos, esconden entre sus sombras el paradigma de la violencia de género.

Para explicar esto me voy a centrar, concretamente, en La Bella y la Bestia porque, salvo algunos análisis más o menos profundos y muy interesantes, no he tenido la ocasión de leer ni ver la saga de Cincuenta Sombras de Grey. Al respecto, te recomiendo leer el pormenorizado análisis escrito por Mª Socorro Gómez Fidalgo (psicóloga, psicoanalista y coordinadora de los programas dirigidos a agresores condenados por violencia de género, en la asociación CUPIF). Para acceder a él, pincha aquí.

Sin entrar en detalles –casi todas conocemos el cuento-, La Bella y La Bestia narra la historia de Bella (nombre que, por otro lado, comparte la protagonista de Crepúsculo -Bella Swan-, una saga que también merecería un comentario), una joven guapa, inteligente, un tanto inadaptada que no parece necesitar más compañia que la de sus libros, a pesar de lo cual es acosada por Gastón, un macho alfa narcisista, perveso y exasperante que no acepta un "no" por respuesta. Un buen día se ve inmersa en una pesadilla al quedar atrapada en la morada de una malvada y horrenda bestia que, anteriormente había secuestrado al padre de la chica. Cuando esta va a rescatarlo, Bestia la encierra en su castillo , a cambio de liberar a su padre, y la condena a permanecer allí, retenida contra su voluntad, de forma permanente. Cuenta la leyenda que un bello príncipe con un carácter egoísta y cruel, es víctima de un encantamiento como castigo a sus desplantes, y es convertido en una bestia horrible. El hechizo sólo podrá romperse si el príncipe aprende a amar y llega a ser amado de verdad por una mujer. Durante años, Bestia vive aislado y atormentado por los remordimientos, su soledad, su aspecto y las pocas esperanzas que le quedan de encontrar el verdadero amor. Cuando nuestra heroína entra en su vida, el príncipe puede por fin liberarse, no sólo de su hechizo, sino también de su mal carácter y de los malos actos que ahora han quedado redimidos gracias al amor verdadero, el sentimiento más poderoso que existe. ¿O quizás no?.

Aparentemente, este cuento nos enseña que debemos ir más allá de las apariencias y ver la belleza verdadera, que se esconde en el interior de una persona, independientemente de su atractivo físico. Pero si nos acercamos un poco más y miramos detenidamente, ¿qué es lo que vemos? Bella consigue romper el hechizo que mantenía al verdadero príncipe en ese cuerpo de Bestia y, además, pasa de ser una chica inadaptada a ser una princesa, nada menos. Y todo ello gracias al amor. Porque el amor todo lo puede. Gracias a la paciencia, los cuidados y el sacrificio, todos ellos, supuestos atributos del amor verdadero, Bella consigue transformar a una bestia con muy malas pulgas en el príncipe guapo y encantador que, en verdad, es. En otras palabras, lo que este cuento nos enseña a un nivel más profundo, nada tiene que ver con la belleza o la fealdad. Lo que este cuento nos transmite es que cuando una mujer mira más allá de las apariencias y ama de verdad a un hombre, puede hacer que un maltratador/bestia se convierta en el hombre atento y amoroso/príncipe que, en realidad es.

Por Patricia Truchado Martínez 16 ene, 2017
¿Recuerdas cuando me dijiste que debíamos vivir juntos y ser infelices para poder ser felices? Considera una muestra de lo mucho que te quiero el haber pasado tanto tiempo desgastándome en el intento para ver si funcionaba.   Pero...una amiga, me llevo a un sitio impresionante el otro día. Se llama el Augusteum. Octavio Augusto lo construyó para que albergara sus restos. Cuando llegaron los bárbaros, lo arrasaron junto con todo lo demás. El gran Augusto, el primer gran emperador de Roma, ¿cómo
Por Patricia Truchado Martínez 01 sept, 2016

Ha llegado septiembre y, con él, lo que algunos autores denominan "síndrome postvacacional", un estado caracterizado por un ánimo triste, apático, irritable y/o ansioso.

Pero, ¿estamos realmente hablando de un trastorno? ¿Es necesario intervenir psicoterapéutica o farmacológicamente para eliminarlo?, ¿deberías preocuparte si presentas alguna de las características descritas anteriormente? ¿es el momento de romper con todo y cambiar la dirección de tu vida?

Llegar al término del periodo vacacional supone un cambio: un cambio en los ritmos de sueño, en el ritmo y en el tipo de actividades que se desarrollan, así como un cambio en el entorno físico y social. Seamos sinceros, no es lo mismo despertar con un desayuno mirando los montes asturianos o tomar el sol en una playa del Cabo de Gata, pongamos por caso, que tener que meterse en un tren en hora punta a las 8 de la mañana para ir a la oficina. Todo cambio conlleva un periodo de adaptación, especialmente si con ese cambio pierdes confort y placer. Cuando un cambio implica un aumento del bienestar genera emociones que, generalmente, nos resultan muy agradables. Sin embargo, cuando esos cambios suponen un aumento del displacer, como puede ser el tener que madrugar, viajar una hora en metro al trabajo y someter a nuestro cuerpo y nuestra mente al esfuerzo que conlleva la rutina diaria, las emociones que se generan quizás nos incomoden un poco.

Y es que volver a la rutina supone una pequeña pérdida (la pérdida del estilo de vida propio de las vacaciones) y, por ello, necesitaremos un periodo de adaptación a la nueva situación.

Etiquetar este estado como "síndrome" nos remite a considerar que no es sano sentirse así. Pero nada más lejos de la realidad. Hay muchas experiencias en la vida que provocan emociones que no nos resultan agradables, ya sea tristeza, angustia, ira, etc. Y, aún resultando molestas, estas emociones tienen una función importante para todas las personas y, de hecho, es saludable (y deseable) que las experimentemos. Sin embargo, actualmente, estas emociones tienen muy mala prensa. Hemos llegado a creer que las emociones desagradables no son sanas , quizás porque vivimos en una especie de "sociedad de la felicidad", en la cual, los malestares de la vida, ya sean grandes o pequeños, no son bien recibidos por lo que tratamos de taparlos y/o anestesiarlos. Y, precisamente, hacer esto sí puede llegar a convertirse en algo potencialmente patológico. Además, de esta forma se nos induce a creer que, ante cualquier estado emocional que se aleje de la alegría, debemos encender la señal de alarma puesto que algo estamos haciendo mal: o estamos en el trabajo equivocado, o tenemos un posible trastorno mental, o somos personas deprimidas y deprimentes que intoxicamos a los demás, etc. Y esto es algo que puede tener consecuencias nefastas para nuestra autoestima.

No es de extrañar que muchas personas que experimentan un "bajón" cuando toca volver a la rutina, se planteen pedir ayuda ante un mensaje de estas características, cuando en realidad ese bajón posterior a las vacaciones es un proceso totalmente natural .

Otra cosa es que desees hacer terapia o pasar por un proceso de coaching para tu crecimiento personal y/o para superarte a tí mism@. Esto es algo que, por otra parte, también es muy saludable.

 

¿Cuándo es conveniente pedir ayuda?

No obstante, si ese estado de ánimo persiste más allá de unas pocas semanas, si interfiere significativamente o impide que lleves a cabo las actividades de tu vida diaria, si tus relaciones personales o laborales se ven perjudicadas o si la intensidad de estas emociones te provoca un sufrimiento real, quizás sí te podría venir bien preguntarte qué está pasando para que esto suceda. En tal caso, acudir a un profesional (o encontrar asesoramiento laboral) sí te puede resultar muy útil e, incluso, recomendable.

 

La alegría por volver al trabajo. ¿un éxito o una trampa?

Ahora quiero ir más allá y mencionar el caso opuesto. Esto es, el de una persona que experimenta sensaciones muy agradables cuando terminan las vacaciones y vuelve a la rutina diaria. Esto es algo que le ocurre a no pocas personas. Y teniendo en cuenta los mandatos de la "sociedad de la felicidad", quizás pensemos que este es el estado ideal, al que todas y todos deberíamos aspirar. Y sí, en ocasiones esto se produce porque la persona en cuestión, adora su profesión. Pero también puede ocurrir que el trabajo suponga una vía de escape a una vida personal poco satisfactoria o, incluso frustrante; o quizás obedezca a que esa persona necesita mantenerse activa porque mientras realiza actividades, evita tener que pensarse ciertas cosas.

Estar alegre por regresar al trabajo no siempre es buena señal. A veces sí, porque quizás amas lo que haces, pero a veces será sólo un tapón para problemas más profundos que, quizás te resulta difícil afrontar. En tal caso, acudir a un profesional o permitirte un espacio para la reflexión podría resultar más útil de lo que piensas.

 

Bienvenid@ a la realidad de la vida humana

Ahora bien, en términos generales y salvando algunos supuestos descritos más arriba, tanto si estás deseando volver a tu trabajo, como si estás echando de menos los días de vacaciones, me gustaría darte la bienvenida a lo que es, sencillamente, la realidad de la vida humana, con sus luces y sus sombras.

Por último, me gustaría también darte la enhorabuena: si echas de menos las vacaciones probablemente es porque las has disfrutado, y si estás deseando volver al trabajo probablemente sea porque tu profesión te satisface.

 

 

Patricia Truchado

Psicóloga - Psicoterapeuta

Coach

620 420 928

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